Pizzería Pirilo - 23.12.11 - Defensa y Av. Independencia, San Telmo. Local de pocos metros cuadrados y pocos afortunados comensales acodados en la barra, ofrece Muzza, Fugazza con queso, Fainá y una mística porteña eterna. Al mostrador aparece desde el fondo una pizza del tamaño de una rueda, que la maestra pizzera va cortando en porciones irregulares y entregando en mano a los presentes. El moscato marida a la perfección con la porción. Fundada en 1932 es paso obligado de taxsitas y conocedores del barrio. Precio del combo con gaseosa (pero sin empanada): $19.
CRITICA DE MM
Empanada:No hay empanadas en este lugar. Fugazetta (llamada fugazza con queso): No es exactamente, o explícitamente fugazetta, pero se comporta para el lugar de la misma manera. Esta variante es a la vista como una pizza rellena, con queso por dentro y cebolla en la parte superior. El primer mordisco es perfecto, mágico, irrepetible. Si calificáramos primeros mordiscos en porciones de pizza este sería un 8. Pero después viene toda la porción y la magia se acaba, o mejor dicho, el queso. Ya llegando a la mitad van a estar comiendo masa, que es extremadamente rica, ojota, pero a uno lo llevaron muy arriba antes y que no mantenga un nivel de sabrosidad es un poco un pecado. Puntaje: 4.
Muzzarella: Un deleite. Crocante, chorreante de queso, simple, imperfecta y deliciosa. Esta increíble porción de muzza es servida en servilleta gruesa, en mano. Simplemente de otra galaxia, de otro tiempo. Puntaje: 6.
Notas del lugar: Pirilo es un lugar muy especial, de algún modo es como entrar en una burbuja de tiempo. Los cuadros, los carteles, las fotos, hasta las formas de servir pizza parecen de otras épocas. Los detalles abundan, en un lugar muy reducido, y lo convierten en un espacio sumamente mágico y llamativo. Las pizzas, más grandes que lo que nosotros entendemos por pizza grande, servidas en bandejas de metal (hondas, como si fueran un plato hondo gigante) son cortadas en porciones imperfectas por una señora de pelo blanco, que las sirve con celeridad y gesto adusto. El cobro se hace al final de la ingesta de alimentos, y uno mismo le dice a esta señora que es lo que consumió. La visita a Pirilo es recomendable al máximo.
CRITICA DE PM
Empanada: no tiene. Fea la actitud.
Fugazzeta: En la pizarra de precios dice "fugazza con queso", no existe la categoría fugazzeta. Más allá de esto, cumple con la esencia de la cebolla y el queso. Sin embargo va de mayor a menor: los primeros mordiscos provocan sensaciones hedonistas, pero se va diluyendo a medida que se llega al borde, hasta terminar convirtiéndose en algo casí insípido, como un marcador de punta sin marca ni proyección. Puntaje: 5.
Muzzarela: Una porción resume la diversidad del barrio. Uno puede encontrar un suntuoso hotel al lado de un conventillo, o un grupo de turistas del norte de Europa bailando canciones navideñas en un bar cervecero junto unos borrachines locales. La muzza de Pirilo tiene esta misma heterogeneidad: si tenés la suerte que te toque un pedazo del medio es algo mágico, pero si no te toca la diosa fortuna, te puede tocar un bocado de poco queso o mucha salsa. Su contextura finita y su buen sabor invita a pedir revancha en la porción. Puntaje: 5.
Nota del lugar: La esencia de San Telmo en su máxima expresión. Lugar de gente de pocas palabras, turistas, taxistas o parroquianos que conocen bien las reglas del lugar. Decoración minimalista donde sobresalen los banderines y fotos del Candombero (hinchas del docke abstenerse) y una mística flotando en el ambiente que le agregan condimentos destacables. Un párrafo aparte merece la faina: sublime, majestuosa, crocante y sabrosa. De las mejores de la ciudad.
CRITICA DE LP
Empanada: inexistencia de la misma.
Fuggazzetta: Entre la mozzarella y la fuggazetta esperé unos 10 minutos, necesitaba que este recién salida. No es la clásica porción, en el cual existe el orden predeterminado, masa-mozza-cebolla. Esta porción era una especie de rellena. Con un primer bocado impecable, uno se ilusiona con llegar a la perfeccion, inigualable. Pero luego va en picada. Entre la escasez de cebolla y la ausencia de queso sobre el final, la decepción es tremenda más allá de que uno puede percatarse de lo casero de la masa. La fugazzeta de Pirilo no deja de ser como esos clásicos del fútbol argentino, que arrancan palo y palo con animos de goleada, hasta desinflarse en el cero a cero. Puntuacion: 5.
Mozzarella: Pirilo posee dos cualidades únicas dentro de las pizzerías al paso en cuanto a la mozzarella. Una es el tamaño de la pizza, el doble de la cual conocemos. Lo que hace su segunda cualidad extraordinaria, que el corte no se uniforme, sino que es “como venga”. Tuve la fortuna, por su extravagancia, de recibir mi porción sin tronco. Mucha cantidad de queso, y un excedente de aceite, servido en servilleta de papel, por lo cual la mozzarella se pegaba a la misma, tal vez molesto por un lado, pero sincero por el otro. La mozzarella de Pirilo tiene esa particularidad de que uno disfruta su incomodidad. Porción sobria, muy rica, irregurar en cuanto al espesor de su masa. Recomendable degustarla apenas salida del horno, al ser tan grande la pizza las ultimas porciones dejan mucho que desear, lo que rebaja su puntaje. Puntaje: 6.
Notas del lugar: Si la Floridita cubana tiene a Hemingway como símbolo del daiquiri, Pirilo tiene a su Hemingway de la pizza representada por el “bostero”. Conocedor tachero de la noche porteña. EL libro abierto de la pizza. Un clásico de este lugar. Personajes como éste iluminan la tenue imagen de este reducto histórico. El club San Telmo decora la ocasión, junto con un Clemente personalizado. Con una incomodidad que se adquiere al superar los 8 comesales, su atención única muy característica, el cliente le dice que cobrar a la maestra pizzera. Muy poca variedad de estilos, solo faltaría la de carne que tanto añoramos. Muy recomendable.
la posta del barrio es comer la pizza en lo de Pirilo y las empanadas de carne en el desnivel.
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